El despido disciplinario es una figura que, de una manera u otra, siempre ha existido en nuestro esquema de relaciones laborales. Lo que sí es cierto es que los motivos pueden cambiar, así como las indemnizaciones. Por eso te conviene saber qué marca la legislación española.
Actualmente, esta modalidad de despido está reglamentada por los artículos 54 y 55 del Estatuto de los Trabajadores. Algunas de las causas que lo justificarían serían la ausencia injustificada al puesto de trabajo, indisciplina reiterada, agresiones a superiores o compañeros, acoso laboral, mala fe o una bajada de rendimiento laboral.
Como podemos ver, hay motivos fáciles de demostrar y otros que no lo son tanto. En consecuencia, has de saber cómo actuar cuando te despidan para no perder la posibilidad de reclamar.
Pautas a seguir ante un despido disciplinario
En primer lugar, cualquier despido ha de ser notificado por escrito. Por lo tanto, si no te entregan una carta que te comunique la extinción de la relación laboral, se sobreentiende que sigues en tu puesto de trabajo. No es suficiente con una comunicación verbal.
Otro aspecto a tener en cuenta, una vez que recibas la carta, es que tienes 20 días para impugnar el despido una vez que te lo notifiquen. Si se adjunta la liquidación, puedes cobrarla en ese momento pero deberás escribir después de la firma "no conforme" para no renunciar a los derechos de reclamación.
Si consideras que el despido ha sido improcedente, podrás demandar a la empresa ante un tribunal. Es importante que recuerdes que, salvo en casos muy puntuales, lo más habitual es que, aunque ganes el caso, solo tendrás derecho a la indemnización máxima que marca la ley, siendo raros los casos de readmisión.
Por la variedad de interpretaciones que hay alrededor de este tipo de despido, te recomendamos que nos consultes, como despacho de abogados especialistas en derecho laboral podemos asesorarte.
Sin comentarios